domingo, 29 de enero de 2017

EDUCANDO PARA LA PAZ, PREDICANDO CON EL EJEMPLO

Mañana día 30 de enero, conmemoramos en el IES El Picacho el Día Internacional de la Paz y No Violencia. Como viene siendo tradicional, se celebrará una gala en la que toda la comunidad educativa, se pronunciará a favor de la paz rechazando cualquier tipo de violencia.
Desde el punto de vista de las familias, me gustaría reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos los padres y las madres como educadores en la paz.
La Biblioteca del IES El Picacho, hace su particular contribución con un texto, basado en hechos reales, que tenía guardado hace mucho tiempo. La historia la compartió en la escuela de familias un profesor a quién tengo un especial cariño, José Luis Castaño, a él  quiero mostrar mi gratitud más profunda por compartir en nuestra escuela tanta sabiduría.


El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi y fundador del instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia en su lectura en la Universidad de Puerto Rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia en el ejemplo de sus padres.


"Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado a 18 millas en las afueras de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar.
Vivíamos muy en el interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar a los amigos o para ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para dar una conferencia que duraba todo el día y yo aproveché la oportunidad. Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas que necesitaba del supermercado y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas que tenía pendientes, como llevar el coche al taller.
Cuando despedí a mi padre me dijo:

-Nos vemos aquí a las 5 de la tarde para volver a casa juntos.

Después de realizar todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me entusiasmé tanto con la película, una sesión doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 cuando me acordé. Corrí al taller, conseguí el coche y me apresuré todo lo que pude para llegar hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6.
Él me preguntó con ansiedad:
-¿Por qué llegas tarde?
Me sentía mal por eso y no le podía decir que estuve viendo una película de John Wayne. Entonces le dije que el coche no estaba listo y tuve que esperar... esto le dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo:
-Algo no anda bien en la manera en que te he criado que no te he dado la confianza suficiente para decirme la verdad. Voy a reflexionar qué es lo que hice mal contigo. Voy a volver andando las 18 millas que hay hasta casa para pensar sobre esto.
Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta casa por caminos que ni estaban asfaltados ni iluminados.
No lo podía dejar solo... así que  yo conduje el coche durante 5 horas y media detrás de él... viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo le había dicho.
Decidí en desde ese momento que jamás volvería a mentir.

Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso... ¿Si me hubiese castigado de la manera que nosotros castigamos a nuestros hijos... hubiese aprendido la lección? No, no lo creo. Hubiese sufrido el castigo y hubiese  seguido haciendo lo mismo. Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer.

Este es el poder de la vida sin violencia"




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