jueves, 14 de julio de 2016

UNA HERMOSA REFLEXIÓN

Hoy quiero dejaros un hermoso pensamiento firmado por Mario de Andrade, poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño.
Mario de Andrade fue una figura destacada del panorama literario de mediados del siglo XX. Miembro fundador del llamado modernismo brasileño, participó activamente en la Semana de Arte Moderno de Sâo Paulo, que tuvo una gran influencia en la renovación de la literatura y de las artes en Brasil. Su segundo libro de poesía, Paulicéia desvairada, publicado en 1922, marca para muchos el inicio de la poesía modernista brasileña.

                      EL VALIOSO TIEMPO DE LOS MADUROS


Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado pero, cuando percibió que  quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencias, mi alma tiene prisa...
Sin muchos dulces en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas...
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí... tengo prisa... por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan...
Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. 
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.




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