Se cumplen hoy 77 años de la muerte del gran poeta andaluz Antonio Machado. Desde esta biblioteca, le rendimos un merecido homenaje a este insigne escritor sevillano recordando su obra.
De la ciudad moruna tras las murallas viejas, yo contemplo la tarde silenciosa, a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo, entre sombrías huertas y grises olivares, por los alegres campos de Baeza
Tienen las vides pámpanos dorados sobre las rojas cepas. Guadalquivir, como un alfanje roto y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen envueltos en la niebla, niebla de otoño, maternal; descansan las rudas moles de su ser de piedra en esta tibia tarde de noviembre, tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido los mustios olmos de la carretera, levantando en rosados torbellinos el polvo de la tierra. La luna está subiendo amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos se cruzan y se alejan, buscando los dispersos caseríos del valle y de la sierra. Caminos de los campos... ¡Ay, ya, no puedo caminar con ella! |
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Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces como abejas en abril, viejas moscas pertinaces sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío en el salón familiar, las claras tardes de estío en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela, raudas moscas divertidas, perseguidas por amor de lo que vuela,
-que todo es volar-, sonoras rebotando en los cristales en los días otoñales... Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia, de mi juventud dorada; de esta segunda inocencia, que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares, que de puro familiares no tendréis digno cantor: yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado, sobre el librote cerrado, sobre la carta de amor, sobre los párpados yertos de los muertos.
Inevitables golosas, que ni labráis como abejas, ni brilláis cual mariposas; pequeñitas, revoltosas, vosotras, amigas viejas, me evocáis todas las cosas |
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar.
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